lunes, abril 24, 2006

Acceso a vivienda y trabajo fijo: una misión imposible para los jóvenes.


Recomiendo que veais la película "Azul oscuro casi negro", de Daniel Sánchez Arévalo, una fábula sobre la desorientación de los jóvenes en el s. XXI. Trata varios temas, pero uno en especial: La dificultad del protagonista para encontrar un empleo digno, a pesar de estar licenciado en Administración y Dirección de Empresas. El joven es incapaz de trabajar en nada relacionado con sus estudios, y a sus veintitantos años sigue trabajando como portero en una vivienda; trabajo heredado de la familia...

También en la película se muestra el difícil acceso de los jóvenes a una casa. EL protagonista sigue viviendo en casa de su padre (al que tiene que cuidar) y su único refugio es la azotea del edificio, como se ve en la imagen. Hoy en día, cualquiera que se enfrente a la compra de una vivienda se tendrá que enfrentar a unos precios desorbitados y unas hipotecas que los atraprarán ya durante el resto de su vida...

¿Realmenete los políticos están haciendo algo para evitar que las inmobiliarias nos saquen los ojos de esta manera para acceder a una casa, de que los empresarios sean incapaces de crear empleo fijo y, en definitiva, de que los jóvenes tengamos que vivir en casa hasta los 30?

domingo, abril 02, 2006

Las guerras de Bush (viñeta)

Por Daryl Cagle

lunes, marzo 27, 2006

Bhopal: una masacre todavía impune

En la noche del 2 al 3 de diciembre de 1984, el sistema de seguridad de la planta de pesticidas de la ciudad de Bhopal, al norte de India, falló. De repente, una inmensa nube tóxica con 40 toneladas de gases letales invadió toda la zona. 8.000 personas murieron asfixiadas al instante, 14.000 lo hicieron durante las semanas siguientes, y aún hoy, medio millón de personas sufren aún las secuelas de aquella catástrofe.

Miles de personas quedaron ciegas, otras con problemas respiratorios crónicos, otros tantos tuvieron secuelas irreversibles en los intestinos, el útero o la piel, que les creó mutaciones hormonales, les dejó estériles o les produjo cáncer. 150.000 sufren alguna enfermedad crónica a consecuencia de los gases tóxicos, que les impide llevar una vida normal. Los hijos de los supervivientes también muestran síntomas de intoxicación.

Pero lo más preocupante: 21 años después de aquella tragedia, la mayor catástrofe química de la historia, la empresa propietaria de la planta de pesticidas, Union Cardibe, sigue impune. La poderosa multinacional abandonó la planta poco después de la fuga de los gases venenosos, dejando atrás grandes cantidades de sustancias tóxicas y todo un río, el único suministrador de agua de la zona, totalmente envenenado.

Unión Cardibe intentó eludir responsabilidades por la tragedia de Bhopal, y más adelante, en 1989, y viendo que eludir la responsabilidad era imposible (la presión internacional era demasiado fuerte) quiso salir al paso pagando al gobierno de la India una indemnización insuficiente: 470 millones, que en la práctica se tradujeron en apenas una indemnización de 400 euros por persona, dinero que ni siquiera cubría los gastos médicos.

Tras ello, Bhopal fue práctimente abandonada a su suerte, a pesar de que el número de muertos por la catástrofe seguía creciendo a pasos agigantados. Hoy en día, se calcula que cada mes 10 personas mueren en Bhopal como consecuencia de los gases que invaden su cuerpo.

Hoy, 21 años después, el gobierno Indio sigue sin haber llevado a juicio a Unión Carbide, la cual, de hecho, siguió creciendo y en 2001 se fusionó con otra poderosa multinacional, Dow Chemical, convirtiéndose así en la empresa química más importante del mundo. Las demandas se acumulan en los Tribunales de La Haya y EEUU, las cuales siguen todavía pendientes, mientras que el Gobierno Indio se niega a iniciar un proceso penal contra la multinacional.

Tras dos décadas de abandono e injusticia, los supervivientes han decidido actuar: el pasado 20 de febrero, 45 de los afectados salieron de Bhopal hacia la capital, Nueva Delhi. 1000 kms de recorrido a pie que les llevará mañana a la residencia del presidente indio, Manmohan Singh, para exigirle seis demandas: entre ellas, el saneamiento de las aguas envenenadas, la creación de una comisión nacional independiente que investigue lo ocurrido en Bhopal y la rehabilitación de la zona. "Si no nos escuchan -dice uno de los supervivientes- iniciaremos una huelga de hambre hasta la muerte. No volveremos a Bhopal con las manos vacías". Otra de las víctimas añade: "Si no hay justicia, no hay negocio. No podemos permitir que Unión Carbide siga enriqueciéndose en La India hasta que responda por los hechos".

Casos como el de Bhopal nos recuerdan el inmenso poder de las multinacionales y su gran capacidad para eludir la justicia y para quedar protegidas por los gobiernos que, chantejeados o presionados económicamente, quedan imposibilitados para hacer nada, sobre todo los gobiernos más débiles o de países más pobres. Y al mismo tiempo, ponen de manifiesto la poca efectividad de las ONG's y los organismos como la ONU, las cuales, lo único que pueden hacer es aportar ayuda humanitaria. De nuevo, una vez más en la Historia, es el pueblo el que tiene que reivindicarse para que se haga justicia.

Mientras tanto, las multinacionales siguen teniendo carta blanca para operar en los países menos desarrollados sin asegurar condiciones dignas ni una seguridad mínima para sus trabajadores, y sin que gobiernos ni organizaciones internacionales puedan hacer nada. ¿Hasta cuando?

miércoles, marzo 15, 2006

África: el gran laboratorio de las farmacéuticas

La semana pasada, El Jardinero Fiel, thriller sobre la actuación de las farmacéuticas en África basado en una obra del autor John Le Carré, ganaba un Óscar a la mejor actriz de reparto para Rachel Weisz. Era un premio que ensalzaba la magnífica actuación de la intérprete británica, que en la película encarna a la esposa de un embajador inglés en Kenya, y que, a la vez, es activista contra la violación de los derechos humanos en África. Tras descubrir los trapicheos de una poderosa empresa farmacéutica en el continente, que, ante la pasividad del gobierno local, usa a la población como cobayas para probar sus nuevos medicamentos, se atreve a denunciarlo...y aparece "misteriosamente" asesinada.

Es ficción. Pero la trama del libro y de la película hablan de algo tristemente real. La actuación impune de las compañías farmacéuticas en el continente africano, amparadas en una ridícula Ley Internacional de Derecho de Autor, que les permite investigar y desarrollar sus nuevos fármacos en casi completa libertad, sin apenas control. Y si hablamos de SIDA y medicamentos antirretrovirales, la cosa se torna de castaño oscuro a negro.

Pongamos cifras sobre la mesa: En África se calcula que hay alrededor de 30 millones de personas afectadas por el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida. Menos de 100,000 reciben tratamiento contra ella. ¿Por qué? Está claro que los gobiernos locales no están por la labor de costearse la compra de los medicamentos. Los gobiernos occidentales hablan mucho, prometen más, pero no cumplen. Las ONGs, y organizaciones como la ONU parecen hacer serios esfuerzos por plantear soluciones, pero se ven abrumadas ante la pasividad de los gobiernos, presionados por los lobbys farmacéuticos.

Bush decía hace unos años, en un plan de acción para la lucha contra el SIDA: "Rara vez ha ofrecido la historia una oportunidad tan grande de hacer tanto por tantos". Posiblemente el lobby farmacéutico le apretó bien los huevos, porque poco después tomó una decisión sin sentido: entregarle el cargo más importante de su consabido Plan Global contra el Sida a un jefe de las grandes empresas farmacéuticas: es como poner a Osama Bin Laden como director de un plan contra el terrorismo... Luego, Bush retiró su promesa de destinar tres mil millones de dólares a la causa contra el SIDA. Eso fue en 2003: el año de la Guerra de Irak. ¿A dónde irían a parar esos tres mil millones de dólares?

Así las cosas, las empresas farmacéuticas siguen teniendo el terreno libre para realizar sus experimentos en África mientras los africanos siguen muriendo de SIDA sin poder siquiera atisbar a ver un solo prospecto de estos medicamentos; unos medicamentos sólamente destinados a la población que pueda pagarlos (es decir nosotros) y rentarles el máximo beneficio posible. Curar a los negritos no les llenaría precisamente las arcas, ¿verdad?

martes, marzo 14, 2006

¿Quién tiene el Poder en el s. XXI?

¿Todavía crees que Zapatero gobierna en España? ¿O que Bush hace lo propio en Estados Unidos? ¿Realmente crees que obstentar el poder político es obstentar el Poder? Los medios de comunicación, consciente o inconscientemente, así nos lo hacen creer. Incluso, el propio Estado, por su estructura y jerarquía, así nos lo hace pensar: "El Rey y el presidente del Gobierno son las dos figuras más importantes, representantes de los Ciudadanos, que son los que obstentan el Poder". Ni mucho menos: El Rey, el Presidente y, sobre todo, el Ciudadano, siguen siendo meros monigotes en la compleja realidad del nuevo siglo.

Nos dijeron que el despotismo se acabó con la Revolución Francesa, nos dijeron que el totalitarismo llegó a su fin con la Declaración de los Derechos Humanos... nos dicen continuamente que vivimos en Democracia, que el Pueblo tiene el Poder. Y que lo delegamos en nuestros políticos. Pero no es así. Sin embargo, nadie habla de ello. En este blog, se hablará de ello.

Influyentes lobbys, grupos de presión, poderosas multinacionales, compañías energéticas, petroleras, gigantescas farmacéuticas, tabacaleras... son sólo una pequeña parte de esa inmensa red de empresas de tamaño planetario que son las que, desde la comodidad que les otorga el anonimato, manteniéndose alejadas de la opinión pública, configurando una especie de escudo protector que las hace inmunes a las críticas, este complejo entramado de intereses económicos es el que REALMENTE y a la vez SILENCIOSAMENTE dominan el mundo, con una casi total impunidad. El futuro de la humanidad no se labra en Asambleas, Congresos ni Convenciones internacionales. El devenir del planeta se labra en los despachos privados, en las reuniones más discretas. Protegidos. Intocables. Ellos son los que tejen los hilos.
Es el poder del s. XXI. Es un poder en la sombra.